Latinoamérica transitó una década atípica, pausas que ocurren de tanto en tanto en el subcontinente que imperios y coronas siguen considerando propio.
La etapa de gobiernos populares no se cerró, pero es cierto que en la mayoría de los países de nuestro sur son tiempos difíciles para quienes fueron artífices de un cambio de época.
A los errores de toda construcción que puede resquebrajarse en el andar, se suma un entramado de grupos de poder que parecen inexpugnables y consideran haber recuperado lo que siempre les perteneció y los gobiernos “populistas” les habían quitado.
No desesperemos, la ansiedad por los tiempos mejores a veces nos agobia. No debemos perder la sensibilidad, si nos limitamos a lo simbólico es probable que naufraguemos en un significante.
No debemos olvidar que la opresión, por más disfraz mediático que tenga, genera una acumulación que más pronto que tarde tendrá su traducción política en una alternativa para nuestros pueblos: latinoamericana, popular y democrática.
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