Desde 2003 el consumo energético creció exponencialmente junto a la producción y el mercado interno. La energía alimentó las nuevas industrias, los hogares que salían de la crisis y se equipaban con electrodomésticos que comenzaban a producirse en el país. Algunos especialistas, opositores a los gobiernos kirchneristas, solían decir que en 2002 la situación energética era holgada y que luego de una década sólo había saturación. Nunca aclaraban que en 2002 la pobreza y el desempleo impedían el consumo eléctrico, el uso del transporte y toda la demanda agregada que una década de producción nacional y trabajo argentino permitieron. Los subsidios del Estado sostuvieron el círculo virtuoso, energía barata para multiplicar el PBI, promover el consumo atrasado de las mayorías, con un crecimiento del poder adquisitivo indiscutible. El histórico "cuello de botella" entre consumo, producción, capacidad energética limitada, importación de combustibles e inflación; demarcaron los lím