PERONISMO DE SUMA CERO. El riesgo de la impunidad
ideológica.
Las sucesivas fotos de reencuentro entre dirigentes
peronistas parece –a priori- una buena noticia, la unidad es un reclamo desde
que gobierna Cambiemos y quedó demostrado que la división robustece al oficialismo. Sin embargo, sumar dirigentes no siempre se traduce en votos.
El reencuentro del peronismo debe consolidar un polo opositor mayoritario. El gobierno cuenta con su núcleo de sustento y matemáticamente la única posibilidad opositora reside en un espacio amplio y competitivo. Acumular desde una tercera
vía eliminaría las chances de alternancia. La dicotomía es clara: Un
proyecto de nación o un proyecto neoliberal.
En un esquema de “suma cero” lo que pierde A, lo gana B; y
viceversa. Es decir, lo que el peronismo no acumule o recupere lo cosecha
Cambiemos con sus diferentes variantes: conservadora, liberal, mística, etc.
Cualquier opción "peronista" construida a la sombra del gobierno será
funcional a éste.
Nos preguntamos: ¿Cuáles son los criterios para encontrarse?
¿El éxito electoral? ¿el pasado reciente? ¿un programa alternativo? ¿la
oposición al gobierno? ¿la credibilidad frente a la sociedad?
Estas preguntas no deberían excluir a nadie. Resultaría
extraño que se señale como principal obstáculo a una dirigente que obtuvo casi
40% en Provincia de Buenos Aires y representa un proyecto con niveles de aceptación considerables. Si ese es el principal problema que queda para quienes
no ganaron en sus municipios o provincias.
Los planteos de reencuentro con exclusiones o presentados
como novedad son una falacia. No existe un solo dirigente nacido ayer y todos
tienen una historia en el peronismo. Plantear vetos de origen abriría un
proceso de censuras cruzadas donde la anhelada unidad sería impracticable. Esto
tampoco significa un seguidismo incuestionable, contrariamente, se debe discutir
todo para evitar sorpresas.
Sería penoso lograr un peronismo mayoritario en términos de
acumulación de dirigentes pero vacío de representación popular. Y
peor aún, lograr un peronismo ganador en las elecciones pero sin brújula para
gobernar, con contradicciones internas y debates inconclusos que degeneren en
una "Alianza" peronista.
Entonces: ¿Congregación de dirigentes para qué? ¿Para ganar?
¿Para gobernar? ¿Para imponerle condiciones al gobierno? ¿Para acompañar el
ajuste por migajas que se presentan como victorias para los municipios o las
provincias? El rejunte sin brújula terminará con papelones en las cámaras de
Diputados y Senadores, según lo marquen los tiempos de la “gobernabilidad”.
No deberíamos conformarnos con un peronismo matemático, que
parte del supuesto de que las variantes peronistas obtuvieron más de 50% en las
elecciones legislativas. Existe el riesgo de plantearse la acumulación de esos
votos como compatibles sin preguntarse: ¿Por qué el peronismo se expresó en
tres listas en 2017? y ¿Por qué vaciló frente a un balotaje en el año 2015?
Si el camino a la unidad no puede resistir ese proceso el
fracaso está asegurado. Mientras el gobierno ajusta "sincerando la
economía", el peronismo debería ajustar ideología sincerando intereses. De
lo contrario concluirá en un reunionismo sin contenido, pero con sustento
dirigencial suficiente para garantizar impunidad ideológica. El peronismo
deberá decidir si defiende a las mayorías populares o a sus dirigentes del
ridículo.
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